Charmario, de Eduardo Polo, además de regalarnos una bella poesía con ritmo venezolano, es una invitación a jugar con el lenguaje, a disfrutar con las palabras y echar a volar la creatividad.
El libro está además bellamente ilustrado por Arnal Ballester, una combinación que convierte a esta pequeña edición de Ekaré, en un tesoro en mis manos.
Revista Babar: http://revistababar.com/wp/?p=580
Cuando Ana la rana
llegó a la ciudad
supo que ya nadie
usaba la A.
Quiso pedir agua,
quiso pedir pan,
pero no podía
sin esa vocal.
Nadie comprendía
su latín vulgar,
lengua de pantano,
ronca y gutural.
Pero Ana la rana
era sabia y tal;
dejó las palabras
para los demás.
Se buscó una hoja
y un lápiz labial
y habló con dibujos
sin tener que hablar.(...)
Continúa pero os dejo con la intriga.
Y después, al irse, muy sentimental, dibujó una mano casi natural, moviéndose lejos...
ResponderEliminarY un punto final.
Chely
Sus dibujos eran buenos;
ResponderEliminarpan y agua recibió.
Ahora Ana la rana
contenta está,
sin pronunciar la A.
Me encanta tu blog, me quedo como seguidora, y espero el final del poema. Te invito a que te pases por el mio.